jueves, 12 de febrero de 2015

El falsificador bromista (EFB 6-9)




Ponme al día

El lunes, cuando terminaron la reunión, después de hacer un repaso de los trabajos hechos y los por hacer, de presupuestos y agendas, y de una larga cata de los vinos en barrica, se fueron a comer juntas, las dos solas.
—A ver Tina, ponme al día —dijo Carola en cuanto estuvieron sentadas a la mesa.
—Creo que ya te lo he dicho todo, de momento tenemos todo organizado hasta fin de mes.
—Sabes bien que no me refiero al trabajo. Cuéntame que hay entre Juan y tú y cuál es el nuevo lío en el que te estás metiendo. Y no me digas que deje de sacar mi lado protector porque sabes que es imposible: soy tu jefa, por edad podría ser tu madre y creo que, después de todo lo que nos ha tocado pasar juntas, me siento principalmente tu amiga.
—Y lo eres, pero es que realmente no sé qué te puedo contar. Nos vemos, salimos, nos divertimos, nos atraemos y nos acostamos, pero no hemos hablado nunca de lo que hay entre nosotros ni hecho planes juntos. Seguimos siendo vecinos y ni vivimos juntos ni hay ningún compromiso —contestó Tina a Carola, aunque sonó como si estuviera reflexionando en voz alta, analizando la situación para sí misma.
—Contigo la realidad supera siempre la ficción, Tina. Es guapísimo, interesante, culto, divertido... y he visto como os miráis... Bueno, también he visto cómo le miran. Tiene un atractivo muy especial:¡no se como lo haces!.
—Yo tampoco, pero te aseguro que no es fácil... Me refiero a que él no es un hombre fácil.
—¿Y a quién le interesan los hombres o las situaciones fáciles? A ti desde luego que no, porque desde que te conozco siempre te has empeñado en complicarte la vida. Y dime, cambiando de tema, ¿qué hay del nuevo misterio que os traéis entre manos?
—Bueno, Fede y Luke están buscando a un artista, un fantástico copista, que puede que sea además un falsificador, pero de eso no están seguros, ya sabes que muchas veces el falsificador no es el artista, sino el que hace un uso indebido de una copia. En todo caso, lo que ellos buscan es al artista, al creador de obra propia, porque quieren organizar una exposición en su galería neoyorquina , pero no va a ser nada fácil encontrarle, nadie le conoce y al parecer sólo es posible contactarlo a través de Internet, más bien hacer saber que lo buscas y que él se ponga en contacto. Y eso es lo que hace aún más atractiva y cotizada su obra. Y ahí estamos, buscando los circuitos qué nos conecten, investigando la forma de llegar a él. No está resultando sencillo.
—Y ahí es donde entra Juan y sus conocimientos de informática, ¿no?
—Hummm…, bueno, sí —dijo Tina en voz alta—. Juan y sus conocimientos de informática... Juan y todas sus habilidades secretas —pensó Tina para si.

¿Me buscabas?

Pues bien, he sido yo quien te ha encontrado.
Se acerca un fin de semana lleno de disfraces, así que ten cuidado con quien se esconde detrás de la máscara, porque puedo ser yo.
Di a tus amigos que te acompañen, que disfruten contigo del Carnaval antes de volver la la Gran Manzana, tienen que dejarse llevar y caer en la tentación, morder ésta que les tengo guardada.
Disfruta del amor el viernes, disfruta a solas con él porque esa no será nuestra noche, en cambio si será la vuestra, la última en la que estaréis juntos y a solas antes de que vuelva a irse sin saber para cuanto tiempo, sin saber si volverá a poder estar contigo.
¿O es que aún no te ha dicho Juan que tiene que volver al trabajo en breve?. Sí, Tina, sí, él también esconde mucho bajo el disfraz y serás tu quien tenga que quitárselo.



Tina se quedó mirando la pantalla del ordenador. Había revisado a fondo el correo antes de eliminar la basura porque Juan ya les había avisado de que el falsificador se pondría en contacto con ellos por ese medio y sí, ahí estaba la etiqueta modificada, como un guiño a quien era y a lo que podía hacer.
El último párrafo, sin embargo, no se lo esperaba y se le quedó clavado en la garganta, como una espina de las que pueden ahogar si no se sacan a tiempo.



A propósito de Grey, o Yago, o Juan... ¡Hombres!


A Tina no le gusta nada Grey. Leyó el libro y le pareció alucinante que tantas mujeres quedaran atrapadas con un tipo que las anula. Y no se trata de sus gustos sexuales, allá cada uno, sino de la obsesión por hacer una mujer a su medida, que vista lo que él elije, que conduzca el coche y la vida que él le ha comprado.
Eso para no hablar del nivel literario y de la pobreza de adjetivos.
A Tina le gustan los hombres como Juan o como Yago. Hombres que no tienen miedo a estar con mujeres que toman decisiones, que caminan a su lado o que les llevan la contraria cuando hace falta.
Hombres tan fuertes que no tienen miedo a mostrar sus emociones y sus lágrimas.
Juan, del que se ha enamorado sin darse cuenta y del que no sabe muy bien que puede esperar. Yago, su amigo, su confidente.
Hombres.
Hombres mucho más guapos, enormemente más atractivos que Grey. Hombres que existen. Hombres humanos.
Tina hoy no irá al cine, espera montarse su propia película en casa. Ya ha elegido el vino y sabe con quien compartirá la botella.


Una buena guía

Si, era cierto: Juan tenía que volver al trabajo y dejar el ritmo tranquilo de su vida en Zamora por un tiempo indefinido. El clan de los Clunys tiene a punto un nuevo plan y cuentan con él para llevarlo a cabo: vuelta por tanto a ejercer como agente encubierto.
Sin embargo esta vez no piensa dejar de estar en contacto con Tina, ahora ya no podría, y se está encargando de organizarlo con ella para poder hacerlo sin correr ningún riesgo.
Tina, por su parte, le ha prometido comenzar a impartir un curso de cata en el FB para que, esté donde esté, no deje esta nueva pasión por el vino que tiene recién nacida. Era un proyecto al que venía dando vueltas desde hace tiempo, muchos amigos de la página del FB de la bodega lo estaban pidiendo y el poder hacerlo para ellos y, además, pensar que Juan lo estaría siguiendo, ha acabado de decidirla.
Al igual que otros, con poca idea y muchas ganas de saber de vinos, Juan le había dicho a Tina que no sabía por donde empezar, demasiadas bodegas, muchas variedades de uva, un montón de términos desconocidos...
En fin, que estoy absolutamente perdido —dijo Juan.

—Pues empieza por comprarte una buena guía —contestó Tina— Y no te preocupes, te haré una cata no virtual antes de que te vayas.

—¿Solo una? —dijo Juan, mientras le daba un beso en la sien—, me quedan aún un par de días, creo que nos dará tiempo a mas de una.

lunes, 2 de febrero de 2015

El misterio del falsificador bromista (I)


Reencuentros en días de feria

Los que sigáis a Tina desde el principio quizá recordaréis el caso del enólogo desaparecido, un misterio que la tuvo ocupada y preocupada hasta que supo que Fede había desaparecido por decisión propia buscando una nueva vida en otro país y quitándose de la circulación hasta afianzarse en las decisiones tomadas.

También sabréis que ahora la tenemos en Madrid, de FITUR a Madrid Fusión, intercalando la parte más social de su trabajo con la más lúdica y disfrutando de las tardes y las noches con sus amigos, descubriendo sitios nuevos y visitando aquellos en los que se siente como en casa, todo lo que echa de menos tanto como a su Madrid del alma.

Pues bien, esta mañana, catando en Enofusión, se ha encontrado con un Fede absolutamente cambiado y al que no hubiera reconocido si no se hubiera acercado a saludarla. Fede, que ahora vive en Nueva York, tiene un novio galerista y ha mordido la gran manzana como para un anuncio de Apple, sigue dedicándose al vino, aunque ahora como asesor para una importadora americana.

Y el cambio, los cambios, le sientan muy bien a Fede.

Entre comentarios sobre los vinos catados en Enofusión y las experiencias vividas en los últimos meses, Fede le ha contado una de las razones de su viaje: la búsqueda por parte de Luke, su pareja, de un pintor especialista en falsificaciones que, en muchos casos, superan la calidad de los originales.


Los días de sesión continua


Los días de feria no tienen fin, se unen unos con otros, comidas con cenas, cenas con desayunos. Feria y calle, a veces algunas horas de sueño en el hotel. No muchas.

Cuando Yago oyó a Tina contándole por teléfono su encuentro con Fede y Luke, propuso invitarles a cenar a todos en casa, para que pudieran estar mas tranquilos y ponerse al día.

—Bueno, no se que decirte, he quedado con algunos amigos..., pero por otro lado agradezco una cena temprana y un poco de tranquilidad en medio de tanto saludo y tanta gente.

—Te disculpas, que seguro que entenderán que quieras estar con con un amigo al que hace tanto que no vemos y que. además según me dices, solo estará unos días antes de volver a Nueva York  —dijo Yago.

—Es que luego también había quedado con Juan...

—A Juan te lo traes  —añadió Yago—, porque seguro que a él también le gustan los misterios.

No te haces una idea de lo que le pueden llegar a gustar, pensó Tina, y luego añadió en voz alta:

—De acuerdo, nos vemos a las nueve en tu casa. ¿Llevamos algo?

-No. Hoy os voy a hacer hasta el postre y vino tengo todavía del que me regalaste y del que he comprado en el último viaje. ¡Sed puntuales! —añadió Yago antes de colgar.


Buscando al falsificador bromista


Cuando Juan llegó al piso de Yago, lo suficientemente tarde para haber dado tiempo a que se hubieran intercambiado confidencias los amigos, la conversación giraba ya en torno a las falsificaciones. Y se cortó en el momento en que entró en la cocina, que era donde estaban todos, copa de vino en mano, esperando a que la cena estuviera lista mientras picoteaban de un plato de jamón .

Se quedó parado en la puerta, recortado entre dos luces, cortando la conversación y alguna respiración mientras se quitaba su cazadora  y hacía esa mirada barrido que Tina ya reconocía como una de sus señas de identidad.

—¿De qué tipo de falsificaciones estáis hablando? ¿Bolsos, ropa, repuestos, alcohol...arte? —preguntó Juan tras las presentaciones—. Ya sabéis la repercusión económica y el riesgo que genera el mercado de algunas de ellas, como las de medicamentos o las de repuestos mecánicos, por ejemplo.

—Hablamos de falsificaciones de arte, de pintura y en concreto de un falsificador magnífico al que además le gustan las bromas —dijo Tina—. Fede y Luke quieren encontrarle y han llegado hasta España siguiendo el rastro de su obra.



"...y en silencio intenta convencerme."


—¡Y encima canta! ¡No me lo puedo creer! —le dijo Lucía a Tina.

Ella tampoco se lo podía creer, pero sí, era Juan el que estaba cantando mientras abría los vinos y su voz sonaba con la cadencia y la sensualidad de la canción de Enrique Urquijo,

Totalmente abstraído, creyéndose solo mientras los demás seguían en la cocina, cantaba y se mecía al son de su propia música. No se había dado cuenta de que todos se habían callado y estaban ahora escuchándole en silencio. Siguió mientras llenaba una copa y se volvió con ella en la mano. Al verles, sin inmutarse, levantó la copa en un brindis mirándoles y, deteniendo sus ojos en Tina, terminó la canción:

"Baja, amor, el volumen de tu receptor y en silencio intenta convencerme"

Tina sabía que tenía mucha mas información sobre el falsificador de la que les había dado. Y ella era la encargada de conseguirla.



Arte, artistas y vino.

La noche anterior Tina había descubierto el tatuaje de Juan y le había encantado: un águila, como él, con las alas extendidas en el lugar perfecto.

Estaban volviendo en coche de Madrid a Zamora y Tina le tenía para ella sola, sin escapatoria posible durante las dos horas siguientes. Pensaba someterle al primer grado, pero no hizo falta, porque Juan empezó a hablar apenas dejaron la ciudad atrás.

—No pensaba que tenías tantos amigos relacionados con el arte, en realidad prácticamente lo están todos, menos tú. Actores, pintores, músicos...Yo mismo tengo mucho más que ver con el arte de lo que tu crees, ya lo irás descubriendo. Y sí, se a quien está buscando Luke, conozco su obra, conozco sus copias y he oído hablar de sus falsificaciones, aunque aún no he visto ninguna. Se a quien buscan, pero ni yo, ni nadie sabe quien es. Sus clientes contactan a través de Internet para hacerle los encargos. Y sí, os voy a ayudar con esto...como informático, ya sabes que eso es todo lo que pueden saber tus amigos de mi. Y sí, tiene un precio para ti, recuerda: Quid pro quo.

—Ya te estoy enseñando mucho sobre vinos y viña, mira todo lo que has catado conmigo estos días en Enofusión y fuera de Enofusión.

—Has añadido otro caso nuevo, por lo tanto necesito que añadas algo más a tu lado de la balanza.

—Y esa media sonrisa me dice qué ya sabes ya lo que quieres de mi —dijo Tina.

—Sí, lo sé. Quiero que te hagas un tatuaje en el mismo sitio que lo tengo yo, pero el símbolo queda a tu elección.