lunes, 2 de febrero de 2015

El misterio del falsificador bromista (I)


Reencuentros en días de feria

Los que sigáis a Tina desde el principio quizá recordaréis el caso del enólogo desaparecido, un misterio que la tuvo ocupada y preocupada hasta que supo que Fede había desaparecido por decisión propia buscando una nueva vida en otro país y quitándose de la circulación hasta afianzarse en las decisiones tomadas.

También sabréis que ahora la tenemos en Madrid, de FITUR a Madrid Fusión, intercalando la parte más social de su trabajo con la más lúdica y disfrutando de las tardes y las noches con sus amigos, descubriendo sitios nuevos y visitando aquellos en los que se siente como en casa, todo lo que echa de menos tanto como a su Madrid del alma.

Pues bien, esta mañana, catando en Enofusión, se ha encontrado con un Fede absolutamente cambiado y al que no hubiera reconocido si no se hubiera acercado a saludarla. Fede, que ahora vive en Nueva York, tiene un novio galerista y ha mordido la gran manzana como para un anuncio de Apple, sigue dedicándose al vino, aunque ahora como asesor para una importadora americana.

Y el cambio, los cambios, le sientan muy bien a Fede.

Entre comentarios sobre los vinos catados en Enofusión y las experiencias vividas en los últimos meses, Fede le ha contado una de las razones de su viaje: la búsqueda por parte de Luke, su pareja, de un pintor especialista en falsificaciones que, en muchos casos, superan la calidad de los originales.


Los días de sesión continua


Los días de feria no tienen fin, se unen unos con otros, comidas con cenas, cenas con desayunos. Feria y calle, a veces algunas horas de sueño en el hotel. No muchas.

Cuando Yago oyó a Tina contándole por teléfono su encuentro con Fede y Luke, propuso invitarles a cenar a todos en casa, para que pudieran estar mas tranquilos y ponerse al día.

—Bueno, no se que decirte, he quedado con algunos amigos..., pero por otro lado agradezco una cena temprana y un poco de tranquilidad en medio de tanto saludo y tanta gente.

—Te disculpas, que seguro que entenderán que quieras estar con con un amigo al que hace tanto que no vemos y que. además según me dices, solo estará unos días antes de volver a Nueva York  —dijo Yago.

—Es que luego también había quedado con Juan...

—A Juan te lo traes  —añadió Yago—, porque seguro que a él también le gustan los misterios.

No te haces una idea de lo que le pueden llegar a gustar, pensó Tina, y luego añadió en voz alta:

—De acuerdo, nos vemos a las nueve en tu casa. ¿Llevamos algo?

-No. Hoy os voy a hacer hasta el postre y vino tengo todavía del que me regalaste y del que he comprado en el último viaje. ¡Sed puntuales! —añadió Yago antes de colgar.


Buscando al falsificador bromista


Cuando Juan llegó al piso de Yago, lo suficientemente tarde para haber dado tiempo a que se hubieran intercambiado confidencias los amigos, la conversación giraba ya en torno a las falsificaciones. Y se cortó en el momento en que entró en la cocina, que era donde estaban todos, copa de vino en mano, esperando a que la cena estuviera lista mientras picoteaban de un plato de jamón .

Se quedó parado en la puerta, recortado entre dos luces, cortando la conversación y alguna respiración mientras se quitaba su cazadora  y hacía esa mirada barrido que Tina ya reconocía como una de sus señas de identidad.

—¿De qué tipo de falsificaciones estáis hablando? ¿Bolsos, ropa, repuestos, alcohol...arte? —preguntó Juan tras las presentaciones—. Ya sabéis la repercusión económica y el riesgo que genera el mercado de algunas de ellas, como las de medicamentos o las de repuestos mecánicos, por ejemplo.

—Hablamos de falsificaciones de arte, de pintura y en concreto de un falsificador magnífico al que además le gustan las bromas —dijo Tina—. Fede y Luke quieren encontrarle y han llegado hasta España siguiendo el rastro de su obra.



"...y en silencio intenta convencerme."


—¡Y encima canta! ¡No me lo puedo creer! —le dijo Lucía a Tina.

Ella tampoco se lo podía creer, pero sí, era Juan el que estaba cantando mientras abría los vinos y su voz sonaba con la cadencia y la sensualidad de la canción de Enrique Urquijo,

Totalmente abstraído, creyéndose solo mientras los demás seguían en la cocina, cantaba y se mecía al son de su propia música. No se había dado cuenta de que todos se habían callado y estaban ahora escuchándole en silencio. Siguió mientras llenaba una copa y se volvió con ella en la mano. Al verles, sin inmutarse, levantó la copa en un brindis mirándoles y, deteniendo sus ojos en Tina, terminó la canción:

"Baja, amor, el volumen de tu receptor y en silencio intenta convencerme"

Tina sabía que tenía mucha mas información sobre el falsificador de la que les había dado. Y ella era la encargada de conseguirla.



Arte, artistas y vino.

La noche anterior Tina había descubierto el tatuaje de Juan y le había encantado: un águila, como él, con las alas extendidas en el lugar perfecto.

Estaban volviendo en coche de Madrid a Zamora y Tina le tenía para ella sola, sin escapatoria posible durante las dos horas siguientes. Pensaba someterle al primer grado, pero no hizo falta, porque Juan empezó a hablar apenas dejaron la ciudad atrás.

—No pensaba que tenías tantos amigos relacionados con el arte, en realidad prácticamente lo están todos, menos tú. Actores, pintores, músicos...Yo mismo tengo mucho más que ver con el arte de lo que tu crees, ya lo irás descubriendo. Y sí, se a quien está buscando Luke, conozco su obra, conozco sus copias y he oído hablar de sus falsificaciones, aunque aún no he visto ninguna. Se a quien buscan, pero ni yo, ni nadie sabe quien es. Sus clientes contactan a través de Internet para hacerle los encargos. Y sí, os voy a ayudar con esto...como informático, ya sabes que eso es todo lo que pueden saber tus amigos de mi. Y sí, tiene un precio para ti, recuerda: Quid pro quo.

—Ya te estoy enseñando mucho sobre vinos y viña, mira todo lo que has catado conmigo estos días en Enofusión y fuera de Enofusión.

—Has añadido otro caso nuevo, por lo tanto necesito que añadas algo más a tu lado de la balanza.

—Y esa media sonrisa me dice qué ya sabes ya lo que quieres de mi —dijo Tina.

—Sí, lo sé. Quiero que te hagas un tatuaje en el mismo sitio que lo tengo yo, pero el símbolo queda a tu elección.


No hay comentarios:

Publicar un comentario