martes, 5 de mayo de 2015

Catando con Tina





Abre la mente antes de abrir la botella.
Líbrate de los prejuicios. Si no conoces el vino, ni la zona de la que proviene, ni la uva con la que se elabora, si no lo has probado antes, dale una oportunidad al vino y a ti mismo:
No dejes que sean los prejuicios de otros los que decidan el tuyo.


El hábito no hace al monje
¡Claro que nos gusta la moda!
Vestir bien, realzar la personalidad, tener un estilo propio y conseguir un mayor atractivo; pero no nos olvidemos qué dentro tiene que haber un cuerpo que responda y un alma que transmita.
Es importante que la botella esté bien vestida, pero recordad que lo realmente importante es el contenido.
Juzgad al vino cuando lo tengáis desnudo en la copa y no antes de haberlo probado. Y, si está bueno, dejad de juzgarlo y empezar a disfrutarlo.

Naturalmente dulces

Tienen el puntito justo de dulzura, saben ser más ligeros sin perder intensidad y no nos gusta dejarlos para el postre, les preferimos en el aperitivo...o solos.
Son elegantes, tienen ese estilo clásico que hace que nunca pasen de moda, saben estar y algunos van mejorando y ganando atractivo con los años.
¿Hablamos de hombres o hablamos de vinos?


Edad y calidad

Un vino no es mejor por tener más años o más tiempo de barrica.
Hay vinos excelentes sin necesidad de crianza, vinos frescos, jóvenes intensos, vinos en los que la variedad es la protagonista, y se presentan desnudos y orgullosos de su cuerpo, como es el caso de Piedra Azul.
A otros les gusta vestirse, envolverse en roble francés, con algún toque de roble americano y se toman con calma el camino hasta nuestras copas, como el Piedra Roble.
Vinos distintos para momentos distintos, para gustos distintos.
Al fin y al cabo la elección de un vino ha de ser una cuestión de gusto.De tu gusto

¡A la cocina!

Vamos a hacer un viaje aromático con nuestra nariz sin salir de la cocina.
Para que podáis saber como y a que huele un vino tenéis que poner a trabajar vuestros sentidos e ir creando una biblioteca aromática en la memoria. Vamos a empezar por abrir los botecitos de plantas y especias que tengamos : pimienta, pimentón, clavo, canela, menta, perejil, laurel, albahaca...
Oled las frutas, las verduras, los yogures y mermeladas. Oled los guisos, oledlo todo.
Entrenad vuestra nariz en uno de los mejores gimnasios, el que tenéis más a mano y el más barato: vuestra cocina.


jueves, 12 de febrero de 2015

El falsificador bromista (EFB 6-9)




Ponme al día

El lunes, cuando terminaron la reunión, después de hacer un repaso de los trabajos hechos y los por hacer, de presupuestos y agendas, y de una larga cata de los vinos en barrica, se fueron a comer juntas, las dos solas.
—A ver Tina, ponme al día —dijo Carola en cuanto estuvieron sentadas a la mesa.
—Creo que ya te lo he dicho todo, de momento tenemos todo organizado hasta fin de mes.
—Sabes bien que no me refiero al trabajo. Cuéntame que hay entre Juan y tú y cuál es el nuevo lío en el que te estás metiendo. Y no me digas que deje de sacar mi lado protector porque sabes que es imposible: soy tu jefa, por edad podría ser tu madre y creo que, después de todo lo que nos ha tocado pasar juntas, me siento principalmente tu amiga.
—Y lo eres, pero es que realmente no sé qué te puedo contar. Nos vemos, salimos, nos divertimos, nos atraemos y nos acostamos, pero no hemos hablado nunca de lo que hay entre nosotros ni hecho planes juntos. Seguimos siendo vecinos y ni vivimos juntos ni hay ningún compromiso —contestó Tina a Carola, aunque sonó como si estuviera reflexionando en voz alta, analizando la situación para sí misma.
—Contigo la realidad supera siempre la ficción, Tina. Es guapísimo, interesante, culto, divertido... y he visto como os miráis... Bueno, también he visto cómo le miran. Tiene un atractivo muy especial:¡no se como lo haces!.
—Yo tampoco, pero te aseguro que no es fácil... Me refiero a que él no es un hombre fácil.
—¿Y a quién le interesan los hombres o las situaciones fáciles? A ti desde luego que no, porque desde que te conozco siempre te has empeñado en complicarte la vida. Y dime, cambiando de tema, ¿qué hay del nuevo misterio que os traéis entre manos?
—Bueno, Fede y Luke están buscando a un artista, un fantástico copista, que puede que sea además un falsificador, pero de eso no están seguros, ya sabes que muchas veces el falsificador no es el artista, sino el que hace un uso indebido de una copia. En todo caso, lo que ellos buscan es al artista, al creador de obra propia, porque quieren organizar una exposición en su galería neoyorquina , pero no va a ser nada fácil encontrarle, nadie le conoce y al parecer sólo es posible contactarlo a través de Internet, más bien hacer saber que lo buscas y que él se ponga en contacto. Y eso es lo que hace aún más atractiva y cotizada su obra. Y ahí estamos, buscando los circuitos qué nos conecten, investigando la forma de llegar a él. No está resultando sencillo.
—Y ahí es donde entra Juan y sus conocimientos de informática, ¿no?
—Hummm…, bueno, sí —dijo Tina en voz alta—. Juan y sus conocimientos de informática... Juan y todas sus habilidades secretas —pensó Tina para si.

¿Me buscabas?

Pues bien, he sido yo quien te ha encontrado.
Se acerca un fin de semana lleno de disfraces, así que ten cuidado con quien se esconde detrás de la máscara, porque puedo ser yo.
Di a tus amigos que te acompañen, que disfruten contigo del Carnaval antes de volver la la Gran Manzana, tienen que dejarse llevar y caer en la tentación, morder ésta que les tengo guardada.
Disfruta del amor el viernes, disfruta a solas con él porque esa no será nuestra noche, en cambio si será la vuestra, la última en la que estaréis juntos y a solas antes de que vuelva a irse sin saber para cuanto tiempo, sin saber si volverá a poder estar contigo.
¿O es que aún no te ha dicho Juan que tiene que volver al trabajo en breve?. Sí, Tina, sí, él también esconde mucho bajo el disfraz y serás tu quien tenga que quitárselo.



Tina se quedó mirando la pantalla del ordenador. Había revisado a fondo el correo antes de eliminar la basura porque Juan ya les había avisado de que el falsificador se pondría en contacto con ellos por ese medio y sí, ahí estaba la etiqueta modificada, como un guiño a quien era y a lo que podía hacer.
El último párrafo, sin embargo, no se lo esperaba y se le quedó clavado en la garganta, como una espina de las que pueden ahogar si no se sacan a tiempo.



A propósito de Grey, o Yago, o Juan... ¡Hombres!


A Tina no le gusta nada Grey. Leyó el libro y le pareció alucinante que tantas mujeres quedaran atrapadas con un tipo que las anula. Y no se trata de sus gustos sexuales, allá cada uno, sino de la obsesión por hacer una mujer a su medida, que vista lo que él elije, que conduzca el coche y la vida que él le ha comprado.
Eso para no hablar del nivel literario y de la pobreza de adjetivos.
A Tina le gustan los hombres como Juan o como Yago. Hombres que no tienen miedo a estar con mujeres que toman decisiones, que caminan a su lado o que les llevan la contraria cuando hace falta.
Hombres tan fuertes que no tienen miedo a mostrar sus emociones y sus lágrimas.
Juan, del que se ha enamorado sin darse cuenta y del que no sabe muy bien que puede esperar. Yago, su amigo, su confidente.
Hombres.
Hombres mucho más guapos, enormemente más atractivos que Grey. Hombres que existen. Hombres humanos.
Tina hoy no irá al cine, espera montarse su propia película en casa. Ya ha elegido el vino y sabe con quien compartirá la botella.


Una buena guía

Si, era cierto: Juan tenía que volver al trabajo y dejar el ritmo tranquilo de su vida en Zamora por un tiempo indefinido. El clan de los Clunys tiene a punto un nuevo plan y cuentan con él para llevarlo a cabo: vuelta por tanto a ejercer como agente encubierto.
Sin embargo esta vez no piensa dejar de estar en contacto con Tina, ahora ya no podría, y se está encargando de organizarlo con ella para poder hacerlo sin correr ningún riesgo.
Tina, por su parte, le ha prometido comenzar a impartir un curso de cata en el FB para que, esté donde esté, no deje esta nueva pasión por el vino que tiene recién nacida. Era un proyecto al que venía dando vueltas desde hace tiempo, muchos amigos de la página del FB de la bodega lo estaban pidiendo y el poder hacerlo para ellos y, además, pensar que Juan lo estaría siguiendo, ha acabado de decidirla.
Al igual que otros, con poca idea y muchas ganas de saber de vinos, Juan le había dicho a Tina que no sabía por donde empezar, demasiadas bodegas, muchas variedades de uva, un montón de términos desconocidos...
En fin, que estoy absolutamente perdido —dijo Juan.

—Pues empieza por comprarte una buena guía —contestó Tina— Y no te preocupes, te haré una cata no virtual antes de que te vayas.

—¿Solo una? —dijo Juan, mientras le daba un beso en la sien—, me quedan aún un par de días, creo que nos dará tiempo a mas de una.

lunes, 2 de febrero de 2015

El misterio del falsificador bromista (I)


Reencuentros en días de feria

Los que sigáis a Tina desde el principio quizá recordaréis el caso del enólogo desaparecido, un misterio que la tuvo ocupada y preocupada hasta que supo que Fede había desaparecido por decisión propia buscando una nueva vida en otro país y quitándose de la circulación hasta afianzarse en las decisiones tomadas.

También sabréis que ahora la tenemos en Madrid, de FITUR a Madrid Fusión, intercalando la parte más social de su trabajo con la más lúdica y disfrutando de las tardes y las noches con sus amigos, descubriendo sitios nuevos y visitando aquellos en los que se siente como en casa, todo lo que echa de menos tanto como a su Madrid del alma.

Pues bien, esta mañana, catando en Enofusión, se ha encontrado con un Fede absolutamente cambiado y al que no hubiera reconocido si no se hubiera acercado a saludarla. Fede, que ahora vive en Nueva York, tiene un novio galerista y ha mordido la gran manzana como para un anuncio de Apple, sigue dedicándose al vino, aunque ahora como asesor para una importadora americana.

Y el cambio, los cambios, le sientan muy bien a Fede.

Entre comentarios sobre los vinos catados en Enofusión y las experiencias vividas en los últimos meses, Fede le ha contado una de las razones de su viaje: la búsqueda por parte de Luke, su pareja, de un pintor especialista en falsificaciones que, en muchos casos, superan la calidad de los originales.


Los días de sesión continua


Los días de feria no tienen fin, se unen unos con otros, comidas con cenas, cenas con desayunos. Feria y calle, a veces algunas horas de sueño en el hotel. No muchas.

Cuando Yago oyó a Tina contándole por teléfono su encuentro con Fede y Luke, propuso invitarles a cenar a todos en casa, para que pudieran estar mas tranquilos y ponerse al día.

—Bueno, no se que decirte, he quedado con algunos amigos..., pero por otro lado agradezco una cena temprana y un poco de tranquilidad en medio de tanto saludo y tanta gente.

—Te disculpas, que seguro que entenderán que quieras estar con con un amigo al que hace tanto que no vemos y que. además según me dices, solo estará unos días antes de volver a Nueva York  —dijo Yago.

—Es que luego también había quedado con Juan...

—A Juan te lo traes  —añadió Yago—, porque seguro que a él también le gustan los misterios.

No te haces una idea de lo que le pueden llegar a gustar, pensó Tina, y luego añadió en voz alta:

—De acuerdo, nos vemos a las nueve en tu casa. ¿Llevamos algo?

-No. Hoy os voy a hacer hasta el postre y vino tengo todavía del que me regalaste y del que he comprado en el último viaje. ¡Sed puntuales! —añadió Yago antes de colgar.


Buscando al falsificador bromista


Cuando Juan llegó al piso de Yago, lo suficientemente tarde para haber dado tiempo a que se hubieran intercambiado confidencias los amigos, la conversación giraba ya en torno a las falsificaciones. Y se cortó en el momento en que entró en la cocina, que era donde estaban todos, copa de vino en mano, esperando a que la cena estuviera lista mientras picoteaban de un plato de jamón .

Se quedó parado en la puerta, recortado entre dos luces, cortando la conversación y alguna respiración mientras se quitaba su cazadora  y hacía esa mirada barrido que Tina ya reconocía como una de sus señas de identidad.

—¿De qué tipo de falsificaciones estáis hablando? ¿Bolsos, ropa, repuestos, alcohol...arte? —preguntó Juan tras las presentaciones—. Ya sabéis la repercusión económica y el riesgo que genera el mercado de algunas de ellas, como las de medicamentos o las de repuestos mecánicos, por ejemplo.

—Hablamos de falsificaciones de arte, de pintura y en concreto de un falsificador magnífico al que además le gustan las bromas —dijo Tina—. Fede y Luke quieren encontrarle y han llegado hasta España siguiendo el rastro de su obra.



"...y en silencio intenta convencerme."


—¡Y encima canta! ¡No me lo puedo creer! —le dijo Lucía a Tina.

Ella tampoco se lo podía creer, pero sí, era Juan el que estaba cantando mientras abría los vinos y su voz sonaba con la cadencia y la sensualidad de la canción de Enrique Urquijo,

Totalmente abstraído, creyéndose solo mientras los demás seguían en la cocina, cantaba y se mecía al son de su propia música. No se había dado cuenta de que todos se habían callado y estaban ahora escuchándole en silencio. Siguió mientras llenaba una copa y se volvió con ella en la mano. Al verles, sin inmutarse, levantó la copa en un brindis mirándoles y, deteniendo sus ojos en Tina, terminó la canción:

"Baja, amor, el volumen de tu receptor y en silencio intenta convencerme"

Tina sabía que tenía mucha mas información sobre el falsificador de la que les había dado. Y ella era la encargada de conseguirla.



Arte, artistas y vino.

La noche anterior Tina había descubierto el tatuaje de Juan y le había encantado: un águila, como él, con las alas extendidas en el lugar perfecto.

Estaban volviendo en coche de Madrid a Zamora y Tina le tenía para ella sola, sin escapatoria posible durante las dos horas siguientes. Pensaba someterle al primer grado, pero no hizo falta, porque Juan empezó a hablar apenas dejaron la ciudad atrás.

—No pensaba que tenías tantos amigos relacionados con el arte, en realidad prácticamente lo están todos, menos tú. Actores, pintores, músicos...Yo mismo tengo mucho más que ver con el arte de lo que tu crees, ya lo irás descubriendo. Y sí, se a quien está buscando Luke, conozco su obra, conozco sus copias y he oído hablar de sus falsificaciones, aunque aún no he visto ninguna. Se a quien buscan, pero ni yo, ni nadie sabe quien es. Sus clientes contactan a través de Internet para hacerle los encargos. Y sí, os voy a ayudar con esto...como informático, ya sabes que eso es todo lo que pueden saber tus amigos de mi. Y sí, tiene un precio para ti, recuerda: Quid pro quo.

—Ya te estoy enseñando mucho sobre vinos y viña, mira todo lo que has catado conmigo estos días en Enofusión y fuera de Enofusión.

—Has añadido otro caso nuevo, por lo tanto necesito que añadas algo más a tu lado de la balanza.

—Y esa media sonrisa me dice qué ya sabes ya lo que quieres de mi —dijo Tina.

—Sí, lo sé. Quiero que te hagas un tatuaje en el mismo sitio que lo tengo yo, pero el símbolo queda a tu elección.


martes, 20 de enero de 2015

El misterio de la mujer sin nombre (MSN1- MSN 8)


El misterio de la mujer sin nombre (MSN 1)

Juan sonreía mientras conducía, a bastante más velocidad de la aconsejable, por la autovía del Duero. Había salido de Londres por la mañana, con frío y sol, y ahora llevaba casi cien kilómetros envuelto en una niebla espesa que no le abandonó hasta llegar a Zamora.

Había concluido con éxito las dos pruebas para entrar en el Clan de los Clunys: robar un Manet a un coleccionista privado y hacer un recorrido en un tiempo récord conduciendo por un Londres navideño lleno de turistas y luces de colores.

Ahora disponía de tres semanas libres antes de comenzar el siguiente trabajo.


Tina había terminado con la poda y estaba harta de nieblas. Comenzó la semana con la esperanza de que llegara algún frente con lluvias que propiciara el nacimiento de las cubiertas, pero probablemente no llegaría hasta el jueves, y débil.

Llevaba casi un mes sin saber nada de Juan y, con este tiempo, la mejor medicina era quedar a comer con sus amigos y ayudar con los últimos detalles de la comida que tenían el domingo en la bodega, una comida que organizaba Paladar y Tomar y que desafiaba a cualquier intento de seguir una dieta.



MSN 2.-Se van las nieblas, vuelve la luz


Tina no estaba en casa. El timbre sonó a vacío cuando Juan llamó a su puerta. No había promesas ni compromisos entre ellos, solo almas que se habían abierto juntas y cuerpos fundidos sin explicaciones, sin mediar palabra. Ninguno de los dos eran de los que guardaban ayunos o abstinencias, ninguno había hecho planes, ni concertado citas, pero Juan esperaba que ella le estuviera esperando.

Sacó las llaves de casa y tiró el equipaje en la puerta, pensó dejarle una nota en la de ella, pero cambió de idea: la pared que separaba sus pisos le dejaría saber cuando, y como, estaría de vuelta. Ya se disponía a cerrar cuando oyó que se abría el portal y que unos tacones repiqueteaban por la escalera. Juan se apoyó en el vano y esperó. Cada peldaño le iba trayendo su perfume más cerca.


Tina volvió a casa con una urgencia absurda. Dejó a sus amigos en medio de una discusión sobre…¡no se acordaba!.
Puede que fuera la niebla de los últimos días, pero estaba triste y un poco perdida, se sumía en el trabajo, revisaba, planificaba e iniciaba proyectos que llenaran su tiempo. Echaba de menos sus aventuras con Jules, pero ni siquiera la última visita de éste la había sacado de su inercia. Hablaron de viajes y barricas, de misterios resueltos y aventuras compartidas, pero nada había conseguido entusiasmarla. Casi nada, porque Jules, hábilmente, había dejado encendida la mecha comentando el hallazgo del cuerpo de una mujer sin nombre, medio escondido entre unos restos de poda, una mujer sin papeles, sin bolso, sin huellas, vestida como para una fiesta a la que nunca llegó a acudir. Un cadáver anónimo completamente fuera de sitio.Y en eso iba pensando de vuelta a casa: mandaría un correo a Jules para pedirle mas detalles, porque no le hizo demasiado caso cuando se lo contó y luego no había conseguido encontrar ninguna noticia en la prensa. Jules, de bodega en bodega, con su afán por preguntar y enrollarse con todo el mundo, siempre se enteraba de cosas que ni siquiera salían a la luz.

Acostumbrada a subir trotando los dos pisos, maldijo entredientes los tacones y estuvo a punto de caer, pero Juan llegó hasta ella sin darle tiempo a seguir pensando.



MSN 3.- Entre dos luces

Cuando Tina llegó a vivir a Zamora huyendo de Madrid y de una relación tóxica, se había propuesto que ningún hombre volvería a condicionar su trabajo o su vida. Ahora, poco más de tres años después, absolutamente enamorada de la ciudad y de su trabajo, se reafirmaba en sus propósitos con mucho más motivo.

Sin embargo parecía que estaba condenada a cruzarse con hombres nada convencionales, nómadas de trabajos sin horario y...¡tremendamente guapos!

Miró a Juan que dormía respirando relajadamente, disfrutando del sueño que le había vencido tras la noche intensa compartida. Estaba aún más atractivo con el pelo revuelto, sin afeitar y medio cubierto por el revoltijo blanco de las sábanas.

Sacudió la cabeza y, para centrarse, chequeó su correo en el móvil. Jules contestaba sin dar ninguna información, la proponía, en cambio, comer juntos el viernes, cuando pasara por Toro en su regreso desde Oporto a Burdeos:

- Te lo cuento todo mientras celebramos la cantidad de barricas que he vendido este viaje.- terminaba diciendo Jules en su correo.

Tina marco su número mientras salía de la habitación.


Juan realmente no dormía, le gustaba verla moverse cuando creía que nadie la observaba. Oyó cómo comenzaba una conversación telefónica en francés y no necesitó más para saber con quién estaba hablando. Juan sabía perfectamente que Jules estaba utilizando la afición al misterio de Tina como cebo, pero lo que no sabía el francés es que en ese juego él tenía todas las de ganar, de hecho ese era el juego con el que se ganaba la vida.

Juan esperó a que Tina se fuera para atrapar su móvil de trabajo, oculto bajo la mesilla con su pistola.

- Fran, necesito que me busques, sin pasar informe, todo lo que haya sobre el hallazgo de una mujer sin identificar, aparecida muerta junto a los restos de poda de una viña entre Nochevieja y Reyes. Eso es todo lo que se, pero seguro que para ti es más que suficiente.



MSN 4.-Sin soltar amarras

Solo habían intercambiado un par de frases coherentes, no tenían tiempo para hablar. Pasaban las noches juntos y Tina cruzaba desde el piso de Juan al suyo cada mañana para darse una ducha y cambiarse de ropa antes de volver al trabajo. No se había atrevido a preguntarle cuanto tiempo se quedaría esta vez. Tampoco le había dicho que hoy comería con Jules.

No es fácil retomar una relación como amigos cuando una de las dos partes sigue queriendo más, pero Jules sabía que con Tina, ahora, tenía que ser o eso o nada. En su fuero interno no se rendía, pero se guardaba de dejarlo traslucir.

Estaba esperando en el nuevo bar de la Plaza Mayor y la vio venir caminando, pararse con alguien y mirar hacia él mientras conversaba. No pudo evitar que se le hiciera un nudo en el estómago mientras recordaba el sabor de su piel y el de todos los vinos probados en sus labios. No, no se conformaba en absoluto con ser su amigo, ni con los insípidos besos con los que se saludaron.


-Estoy tomando Piedra Azul ¿te pido lo mismo?

-Si. Nos queda ya poco de este 2013 y aún nos falta un mes para sacar el 2014, que está buenísimo. Te he traído una muestra para que te lleves y lo pruebes-contestó Tina.

Mientras comían en el Restaurante Eusebio, en las Tres Cruces, uno de los sitios favoritos de Tina, Jules le contó todo lo que sabía sobre la mujer sin nombre, como la habían bautizado los del pueblo en cuyo término fue encontrada.

-Se la encontraron a media mañana dos hermanos que iban a la viña a quemar los restos de leña de poda, imagínate el susto que se llevaron. Según me contaron ellos mismos, era muy guapa, muy alta, parecía extranjera, llevaba puesto un vestido de fiesta y no tenía ni zapatos, ni bolso. No había sangre, ni más señales de violencia que las de haberla tirado como un trasto viejo y haber tratado de cubrirla con los sarmientos, aunque sin poner mucho empeño. Dieron parte y esperaron hasta que se llevó a cabo el levantamiento del cadáver. Ellos ya son mayores y se han alegrado de que no haya trascendido a la prensa porque, como ellos dicen, en el pueblo son cuatro viejos y no tienen ganas de que les vuelvan locos. La fechas en las que se produjo y la falta de personal en teles y periódicos ha ayudado a que así fuera

-Y tú ¿cómo te has enterado?- preguntó Tina.
-Porque se jugar al dominó.- contestó Jules riendo.


MSN 5.-Mujeres a todo color y sin etiquetas.

En un principio Jules pensó que no había sido una buena idea quedarse a la cata del Azul 2014 y pasar el fin de semana en con Tina y sus amigos. Tener que verla con Juan.

Aunque Tina le había dicho que solo eran vecinos que se llevaban bien, a Jules no podía engañarlo y, fueran las que fueran las razones por las que Juan y ella querían ocultarlo, con él no lo conseguían: Jules notaba la línea de alta tensión que les unía, como se miraban, como saltaban chispas cuando se rozaban. Reconoció en los ojos de Juan la misma mirada hambrienta que él había tenido cuando estaba con ella, la que seguía teniendo cada vez que la tenía cerca.

Sin embargo al final consiguió relajarse, disfrutar de la cata que definía al nuevo Piedra Azul y pasarlo bien. También es verdad que era difícil resistirse al encanto de María, una de las mejores amigas de Tina, que seguramente intuía por lo que Jules estaba pasando y se ocupó de que no se sintiera solo en ningún momento, es más, consiguió absorber su atención, y, a medida que iban avanzando la tarde y lo vinos, nació entre ellos una complicidad divertida que les hacía entenderse con la mirada.

Juan sabía que les convenía ser discretos, pero tenerla tan cerca y no tocarla era una tortura para la que no había sido entrenado. No habían hablado desde que ella salió de casa, muy temprano, dejándolo en la cama. Sabía que había comido con Jules y, encima, se lo había traído directamente a la cata y a la cena. No le hacía ninguna gracia verlos juntos, la verdad.

Por otra parte, Juan ya tenía el informe de Fran y, tal y como se había imaginado, esa mujer sin nombre era otra más para la carpeta de mujeres muertas con una sonrisa triste, un caso de los que nunca podrían cerrar. Se preguntaba si compartir la información con Tina o dejarla en su juego de detectives aficionados y esperar a ver que le decía. Sí es que le decía algo.


MSN 6.- Una cuestión de piel.

-Tenemos que hablar.

Tina llegaba ya a la puerta cuando oyó la temida frase. Se quedó parada, aún dando la espalda a Juan, y respiró hondo antes de volverse. La había cogido completamente por sorpresa y después de las últimas noches, de las largas y tórridas noches, no esperaba que la despedida de esa mañana empezara por un “Tenemos que hablar”. No esperaba aún una despedida.
Juan se había puesto únicamente el pantalón de deporte, claramente había saltado de la cama para pillarla antes de que se fuera al trabajo. No iba a ser fácil escucharle viendo lo que se iba a perder.

-Necesito saber por qué y para qué te metes en líos, te involucras en investigaciones que corresponden a profesionales y que no tienen nada que ver contigo, corres riesgos y te pones en peligro...

Tina no pudo evitar ni el suspiro de alivio, ni la carcajada posterior, dejando a Juan con una cara que reflejaba mitad cabreo, mitad sorpresa.

-No creo que esto sea cosa de risa y, precisamente eso es lo que me preocupa, que para tí y para ese gilipollas francés esto sea un juego para subir la adrenalina.-dijo Juan con un tono que Tina no le había oído antes, en voz baja, arrastrando las palabras, claramente enfadado.

-¡Estás celoso!.- dijo Tina al mismo tiempo que se acercaba para abrazarle.-¡Estás celoso y preocupado!
- Y te parece gracioso, parece ser.- contestó Juan, mientras involuntariamente se dejaba abrazar y deshacía la coleta de Tina para meter la mano entre su pelo.
- Pensaba que…

Juan no dejó que Tina terminara la frase. Hay cosas que se aclaran mejor sin palabras. Hay cosas que solo son cuestión de piel; pero interrumpió ligeramente el beso para decir:

-Seguimos teniendo que hablar, no lo olvides.


MSN 7.-Mezclando vino y literatura.

-Sabes cual es mi trabajo y sabes que tengo acceso a información interna sobre tus “misterios”, pero necesito saber para qué y, sobretodo, por qué te interesa, cómo la vas a utilizar, con quién vas a compartirla. Necesito entender esta necesidad tuya de meterte en líos para satisfacer una curiosidad que, conociéndote, no puede ser morbosa.
-”Nada humano me es ajeno”.-dijo Tina
- ¡No me contestes con una cita, por favor!, ¡Se sincera conmigo en esto!
- Sincera lo he sido siempre y tu no puedes decir lo mismo. Y ahora voy a sincerarme contigo , que es otra cosa distinta, porque , .-continuó Tina y, cambiando el tono, se dirigió a Juan como si estuviera en un interrogatorio:
- Lo confieso, agente, tengo un vicio secreto, me gusta escribir novela negra. Mi madre era una gran aficionada y crecí leyendo tanto a Dashiell Hammett como a García Pavón, eso me enseñó a preguntarme por las causas, por los acontecimientos que conducen a alguien a cometer un delito, o a convertirse en una víctima, y a darme cuenta de que cuando escribimos vemos las cosas más claras. ¿Satisfecho?
-No. No me has contestado con quién vas a compartir la información.-dijo Juan.-
-Dímelo tu. Dime la respuesta qué quieres tener.
-Quiero que no hagas nada sin contar conmigo, que la información que consigas por tu cuenta me la des, que la que yo te facilite prometas no utilizarla más que como argumentos de ficción que no puedan ser identificados nunca con personas o hechos reales, quiero…
Tina no le dejó continuar, se lanzó a su cuello y le abrazó con todas sus fuerzas.
-¿Se puede saber que te pasa ahora?, ¿nunca me vas a dejar terminar una frase?-dijo Juan.
-Me pasa...me pasa que me vas a dejar que las cosas me pasen contigo.
- Venga, peliculera, ahora a trabajar y a aprenderte mis dos primeras condiciones:
“No vas a dejar que nada, ni nadie, condicione tu vida o tu trabajo”-dijo Juan
-Esa me la impuse yo hace tiempo, así que llegas tarde.-contestó riendo Tina.-¿Cual es la otra?
- Yo te voy a enseñar cosas de mi trabajo, quiero que me enseñes a conocer el tuyo: quiero aprender más cosas sobre la viña y sobre el vino.
-Hecho, empezamos mañana con una visita a Estancia Piedra y vemos la viña y la bodega.
-Es sábado...- dijo Juan
-No importa, los fines de semana también abrimos por las mañanas. ¿Hay mas condiciones?-
-Claro que sí, pero esas te las contaré por la noche, con calma. Ahora a trabajar, que llegas tarde.


MSN 8.- Toro, más que tintos.

La vida de Juan es poliédrica. Oficialmente es programador y analista informático, tiene su propia empresa y unos ingresos que le permiten llevar un nivel de vida alto. Su trabajo le obliga a viajar periódicamente y, al mismo tiempo, le permite vivir donde le da la gana. La gente espera, y el fomenta, que sea un poco friki y a nadie le extraña que sea alto, guapo y con pasta, desde que Ashton Kutcher interpreta a Walden en "Dos hombres y medio"
En este mundo normal que se ha creado, un mundo en el que puede salir, tener amigos, relajarse y olvidarse un poco de su trabajo real, únicamente Tina conoce la verdad, solo ella sabe que, si bien es cierto que es un experto informático, su trabajo tiene poco que ver con la seguridad de sentarse frente a un ordenador, y, aunque lo utilice como arma de trabajo, no es el arma que guarda en la mesilla. Su preparación física, una formación de élite y otras muchas cosas que poco a poco iba descubriendo sobre él no dejaban de sorprenderla y aún no se creía todo lo que él estaba dispuesto a enseñarla y a compartir. Claro que aún se sorprendía más con su curiosidad por las pequeñas cosas, como sabía encajar con sus amigos y con que ganas se estaba iniciando en el mundo del vino.
-Yo creía que en Toro solo había tintos.- había comentado Juan en la cata, después de probar los blancos y rosados de la bodega.
- Y yo que tu no bebías cuando estabas de servicio- le dijo Tina en un susurro.
- ¡No lo estoy!- protestó Juan
- No, pero vas a estarlo dentro de un momento: “Quid pro quo”, ya lo sabes.

jueves, 8 de enero de 2015

El Clan de los Clunys



Juan en el Clan

Por distintas razones todos estaban muy nerviosos. Todos menos Yago que, una vez finalizado el rodaje y con la seguridad de haberlo hecho bien, estaba continuamente con la sonrisa en los labios y ya inmerso en otro proyecto.
El estreno de la nueva campaña de la bodega Estancia Piedra sería por fin en Multicines Zamora el miércoles 17. Yago, que aún no había visto mas que el teaser y algunas fotos sueltas, sabía que había quedado bien y sabía que tanto al director como al cliente les había encantado y eso era todo lo que necesitaba saber.
Así que llamó a Tina para invitarla a cenar. Había estado intentando contactar con ella desde el viernes, pero no le cogía el teléfono. La verdad es que le había dejado un poco preocupado después de su visita y de verla tan enamorada de un hombre del que apenas sabía nada. Nunca la había visto así.

Sólo el sonido insistente del teléfono de trabajo, y eso después de la sexta llamada, había conseguido despegar los brazos de Juan del cuerpo de Tina, haciendo que ambos volvieran a la realidad. Se levantó de la cama buscándolo y dejándola a ella con una fantástica perspectiva para que sus ojos se acostumbraran a la escasa luz de esa mañana neblinosa.

—Juan, ya tenemos de nuevo en acción al Inglés. Ha vuelto a Londres y se ha puesto en contacto con el clan de los Clunys. Tomate unos días más, si quieres, pero la semana próxima te quiero de vuelta al trabajo.-

Oír la voz de su jefe no era la mejor manera de empezar el día, así que Juan pensó darse una segunda oportunidad y volvió a refugiarse bajo las sábanas de Tina.


Un día de Fiesta

Por fin Tina había dado señales de vida y había llamado a Yago a primerísima hora de la mañana para felicitarle por su cumpleaños. No le había despertado. Yago tenía un toque Da Vinci en su forma de vivir y trabajar: actor, cantante, bailarín, pintor, tallista... creativo; así que dormía poco para que le diera tiempo a hacer una cantidad razonable de las cosas que quería.

—Podrás felicitarme en persona —dijo Yago—, salgo ahora para allá y llegaré para tomar unos vinos a mediodía y luego ir a Multicines Zamora para el estreno. He quedado con todos en el Ágape a las dos. Dime que voy a verte, anda. Y dime que nos presentarás a Juan.

—Sí, claro que sí. Yo no trabajo hasta mañana y quiero presentaros a Juan antes de que se vaya contestó Tina.
—¡Menos mal!, creí que lo habías secuestrado para que no te lo quitara nadie— dijo Yago entre risas.

Juan pensaba aprovechar cada uno de los minutos de su faceta de persona normal. Salir con Tina, conocer a sus amigos, disfrutar con ella. Estaba preparado para volver al trabajo, pero también ahora estaba preparado para que su trabajo no le dejara sin vida y había tenido la suerte de encontrar a la mujer con la que poder compartirla.

El Clan de los Clunys podía esperar hasta el lunes Confiaba en su equipo para que actuara mientras tanto.


La vuelta al trabajo

Yago estaba en una nube desde el miércoles, el spot había sido todo un éxito y le estaban llegando nuevas ofertas de trabajo, algunas muy interesantes. Sin embargo era demasiado pronto para tomar una decisión, no quería apresurarse. Necesitaba volver a tener los pies en la tierra y para ello nada mejor que sentir el tacto de la madera y ver como tomaba forma bajo sus manos.

Juan, por otras razones, también estaba en una nube y también tenía que ir tomando contacto con la realidad gradualmente para no darse un batacazo al pasar del sosiego de su ritmo de las últimas semanas y del calor del cuerpo de Tina al frío y la soledad de su trabajo como agente infiltrado. Así que decidió irse documentando sobre los últimos golpes del Clan de los Clunys mientras seguía disfrutando del fin de semana.


Distintas tierras, distintos sabores.

Al Clan de los Clunys les encantaba que les llamaran así porque eran fervientes admiradores de Ocean’s Eleven, su jefe imitaba descaradamente a Danny Ocean en su forma de vestir y de moverse y así es como se había ganado su apodo y el nombre de la banda.
A Juan le caían bien. Le gustaban estos ladrones a la antigua usanza, elegantes, con normas firmes a las que siempre se atenían y que nunca cometían delitos de sangre. Estaban especializados en el robo de obras de arte, aunque hacían otros trabajos si les parecía que podían suponer un reto o ser divertidos.
La razón de que Juan se infiltrara en la banda no eran ellos: ellos le iban a servir de tapadera sin saberlo. Necesitaba un “trabajo” que le diera prestigio y en el que le tuvieran localizado los que realmente eran su objetivo. Sabía que los Clunys necesitaban un conductor y él era uno muy, muy bueno.

Tina continuaba con la poda, entre nieblas y aún con pocas heladas, aunque su cama había estado gélida esta noche, sintiendo por primera vez la falta de Juan.


Noches y Nochebuenas

A Tina lo que más le gustaba del día de Nochebuena no era la noche sino el día.
Trabajaba por la mañana y a partir de mediodía comenzaba a celebrarlo, primero con gente del trabajo y después continuaba con los amigos hasta entrada la tarde. Luego, ya en casa, dejaba pasar la noche como una más, hasta hace un par de semanas no tenía a nadie especial con quien querer compartirla.
Este año era diferente porque echaba de menos el calor de su amor reciente, pero lo había aceptado tal y como era, tal y como podía ser, y eso incluía que, cuando Juan estaba trabajando infiltrado, no tenía manera de localizarlo y tampoco debía albergar muchas esperanzas de que él lo hiciera.

Yago tenía aún en los labios el sabor de ese beso furtivo de la última fiesta: olor a leña, luz de hoguera y vino tinto. Ella, Lucia, reivindicaba su nombre cada vez que parpadeaba y el intercambio de miradas había sido mas elocuente que cualquier conversación.

Ella, como Juan, tampoco estaría cerca esta noche. Yago la pasaría con su familia, después del vino torero que tendría con Tina y el resto de sus amigos.

Juan conducía. En el maletero de su coche viajaban mas de veinte millones de libras con la hermosa apariencia de un oleo impresionista.

Bodega Estancia Piedra SL . La búsqueda de la Emoción. Spot

martes, 9 de diciembre de 2014

El caso de las sonrisas tristes (ST1-ST11)



El caso de las sonrisas tristes

A Juan, a veces, le gustaría dejarse llevar, apurar todas las copas y todas las mujeres que se le ofrecen, perder la conciencia, dejar de pensar; pero Juan no pierde jamás el control cuando está trabajando, en realidad Juan no pierde el control nunca. Dicen que por eso es uno de los mejores, que esa es la razón por la cual aún sigue vivo y por la que nunca ha sido descubierto.
A Juan, a veces, le gustaría dejarlo todo, pero nunca lo hace y sabe que, mientras pueda, no lo hará nunca.
Y cuando se siente tan cansado como está ahora, con tantas ganas de volver a su piso actual, a sus paseos por el Duero o a sus tardes de vinos tranquilos por las calles de piedra, piensa en esas sonrisas pintadas bajo unos ojos tristes que no han perdido aún la esperanza de un milagro.


El caso de las sonrisas tristes.2 (ST2)

Juan sí sabía prácticamente todo sobre Tina, sobre sus amigos, su familia, su trabajo...Y sobre Jules.
De hecho Tina había contribuido, sin saberlo, a que seleccionaran Zamora como su base de operaciones y le buscaran un piso franco justo enfrente del suyo; pero, claro, de todo esto Tina no tenía la mas mínima idea y, por su propio bien, lo mejor era que continuará así.
La primera vez que Juan oyó hablar de Tina fue cuando se desmanteló el tráfico de diamantes que se llevaba realizando a través de Europa desde hacía unos años, diamantes que burlaban todas los controles internacionales escondidos en barricas de vino. Al parecer Tina fue mas allá de la curiosidad habitual sobre los inhabituales movimientos de barricas dentro de las bodegas y se puso a investigar por su cuenta ayudada por Jules, el tonelero bordelés.
Así que "El misterio de las barricas que se mueven solas" fue la llamada de atención sobre la situación estratégica de Zamora y la necesidad de instalarse allí.
Lo que Juan aún no sabe es que conocer a Tina va a marcar un antes y un después en su vida. 
Y en la de ella.


El caso de las sonrisas tristes 3 (ST3)

Parecía la portada de una revista en su especial de navidad.
Ella, casi una niña, vestía de fiesta y estaba suavemente reclinada en un sofá de terciopelo burdeos sosteniendo una copa de vino blanco. La habitación olía a dinero y a buen gusto por encargo.
Juan miraba todo desde la puerta, registrando cada detalle sin moverse. Permanecía quieto, frío.

La escena con la que había empezado el día Tina era bien distinta. Tenía por delante un precioso sábado de otoño, con aire fresco y limpio, que venía cargado de amigos y de trabajo. Hoy en la bodega tenían mas reservas de las habituales, quizá por ser el día del Enoturismo, quizá por ser una de las épocas en las que el viñedo está mas bello.

Tina respiró a fondo cargándose de energía, disfrutando el paisaje.

Muy lejos de ella, en todos los sentidos, Juan maldijo como había terminado la noche y comenzado el día. Se acercó hasta el chester, cerró los ojos azules ya sin luz, miró por última vez esa sonrisa casi feliz y tan relajada como muerta. Tan joven, tan bella.
Se volvió bruscamente y salió de la habitación dejando que su gente se encargara de los detalles.


ST4.- Aterrizando

Tenía que quitarse del medio durante unos días. Con urgencia. Qué le siguieran viendo era demasiado peligroso y, por otro lado, tanto física como emocionalmente estaba exhausto. Llegó al piso franco el sábado de madrugada y se pasó el domingo entero durmiendo, aunque un par de veces hizo intención de levantarse, darse una ducha y salir a dar un paseo tranquilo, fue incapaz de soportar el peso de su cuerpo y de su conciencia.
Hoy lunes, sin embargo, se había levantado muy temprano y salido a correr por las orillas del Duero, dejándose envolver por la niebla que presagiaba un día luminoso y frío.
Tina salía del portal cuando él llegaba y, en el breve encuentro de saludos forzados por el momento y la prisa, vio que los ojos de Juan arrastraban algo tan oscuro y pesado que no supo muy bien si sentir miedo o pena.
Pero cuando él  propuso quedar al final del día para salir a tomar un vino, su voz sonó tan triste y tan ansiosa como una llamada de socorro. Y ante eso, ella nunca supo negarse.



ST5.-Viéndolas venir

A Tina le gusta llegar antes a las citas y situarse de forma que pueda ver llegar a los otros. Y si ha quedado con un hombre que le gusta, con mas motivo. La voz y la manera de moverse, de caminar, son claves de seducción para ella. Por eso llegó con tiempo a la cita con Juan y le esperó a la puerta del bar para verle atravesar la Plaza.
Juan caminaba con paso decidido, casi marcial si no fuera porque tenía una cadencia rítmica en la forma de mover sus hombros, como si fuera abriendo suavemente una cortina ficticia que le plantaba el viento.
Si, realmente a Tina la perturbaba este hombre, sentía una atracción que iba mas allá de su atractivo físico innegable que hizo que algunas personas perdieran el hilo de sus conversaciones y el interés en sus respectivos grupos cuando entraron.
Juan, sin embargo, parecía no tener ojos mas que para ella. Pidieron dos copas de un Toro joven y unas croquetas de boletos. Juan levantó su copa y brindo con Tina sin decir palabra. La miró como si estuviera calibrándola, la miró de una forma tan intensa que Tina se sintió como si él estuviera escaneando todo lo que ella se guardaba siempre muy dentro.
Juan, por primera vez, se estaba planteando si podría dejarse llevar por su instinto y confiar en alguien, confiar en ella. Necesitaba poder hablar, quitarse el disfraz y poder vivir fuera de su trabajo, aunque solo fuera a ratos. Sin embargo eso podría suponer un peligro para Tina, él lo sabía, y le asustaba mas que sus propios riesgos.


ST6. -Deja que hablen los vinos

No se si te interesa conocerme, Tina. Sé que mientras me miras estás pensando que no sabes nada de mi y no sé si eso es precisamente lo que te atrae.

Naturalmente Juan no lo estaba diciendo en voz alta. Entre vinos y pinchos llevaban más de dos horas juntos sin parar de hablar. Tenían una pasión común con el cine y Tina trataba de inculcarle también su pasión por el vino y lo estaba consiguiendo: era fácil con el nivel y la variedad que tenían los bares de Zamora y el entusiasmo contagioso con el que ella hablaba de su trabajo y su vida, tan ligada a la viña y al vino como la de Juan al delito y al riesgo, aunque ella aún no lo supiera.

No se si te interesa conocerme, Tina, volvió a repetirse para sí mismo como un mantra que ya presentía que no se iba a cumplir.

Nunca había estado enamorado, nunca había tenido una relación en la que hubiera algo más que sexo de por medio. Y ahora, cuando menos lo esperaba, cuando menos falta hacía, se encontraba con una mujer como ella, con un sueño, el sentimiento absurdo de que no podía prescindir de verla, de escucharla y dejarse llevar a su lado.

Juan tampoco tenía con Tina la confianza suficiente como para preguntarle si estaba saliendo con el francés. Se estaba comportando como un adolescente, buscando encuentros, provocando citas en las que no pasaban de estar de vinos y conversación, despidiéndose luego castamente al llegar a casa.

Se dio cuenta de que llevaban ya un rato callados y Tina estaba mirándole fijamente, como si quisiera leerle. Juan vio que esos ojos verdes con chispitas brillaban llenos de preguntas que iban a brotar en cualquier momento.

Y entonces sí, sin darse cuenta, quizá por efecto del vino, pronunció en voz alta:

No sabes nada de mi, Tina, y no se sí te interesa conocerme.

El móvil de Juan sonó sobresaltándoles, como un despertador sacándoles del sueño.


ST7 y ST8.Las sonrisas tristes : hoy capitulo doble

Tina vio el cambio de expresión de la cara de Juan, su mirada se había congelado al atender la llamada, su voz cambió y los escuetos monosílabos con los que contestaba tenían una dureza cortante. Finalmente colgó y dio un trago a su copa de vino, apurándola. Parecía muy cansado, mucho mayor, triste.
Tina no pudo resistir la tentación de acariciarle la cara, con ese tipo de caricia que se reserva para consolar a un niño. Él retuvo su mano y la besó suavemente en la palma, reteniéndola.

Mañana tengo que salir de viaje muy temprano, no sé cuanto tiempo estaré fuera esta vez. Mira, Tina, tengo un trabajo que me exige una concentración absoluta y desde que te conozco no la tengo. Mi sentido común me dice que me aleje de ti, pero no puedo. No sé que siento por ti, pero sé lo que siento contigo.
No, no te asustes, no te estoy pidiendo nada, ni siquiera quiero preguntarte nada ahora, tampoco quiero preguntas que no te puedo contestar; pero si vuelvo, antes de nada tenemos que hablar. Si tu quieres, claro.

Me gusta estar contigo Juan y no sé que razones tendrás para tanto misterio, yo no te he preguntado antes y no voy a hacerlo ahora continuó Tina—. Sé que te puede parecer ridícula la confianza que he tenido contigo desde el principio, pero es que yo soy así con todo el mundo; pero contigo además hay veces, como ahora, que me dan ganas de abrazarte, de mimarte para devolverte la sonrisa, de curarte esas heridas que, cuando te descuidas, sangran en tus ojos. Y sé que no puedes ser malo.

Puedo ser malo para ti, créeme, puedo hacerte daño aunque no quiera, puedo complicarte la vida y meter en tu mundo el mío, que no es ni limpio, ni cómodo, ni agradable.

Has dicho que hablaríamos a tu vuelta, no ahora dijo Tina.

¿Y él?  se sorprendió preguntando Juan— veo que no le gusto y que te quiere. No quiero romper lo que tienes.

Jules es mi amigo y nos divertimos estando juntos. Además trabajamos en el mismo sector, tenemos muchos intereses en común

Y os acostáis.

Tina se quedó mirándole sorprendida. Ella no le había contado nada sobre Jules y ellos dos no habían hecho más que cruzarse un par de veces en la escalera. Jules había sentido desde el principio un rechazo irracional por Juan, unos celos absurdos que Tina había tratado de tomar a broma explicándole que no tenía mas que una relación superficial con Juan, lo cual había sido cierto hasta hoy. Sin embargo el instinto de Jules no le engañaba y había descubierto antes que ellos la atracción que ahora ya era palpable.

Has dicho que hoy no habría preguntas —cortó Tina al tiempo se ponía la gabardina como punto final a la conversación. Venga, vámonos.

Al salir de Lasal había vuelto a llover con ganas. Compartieron el paraguas y Juan le pasó el brazo por encima del hombro para cobijarla. Tina se paró, volviéndose hacia él sin soltarse y levantó la cara para mirarle.

Así que no tienes ni idea de cuando vas a volver... Bueno, pues sea cuando sea creo que no puedo esperar tanto. Bésame ya, ahora, sin más. Necesito averiguar si me gusta como sabes.

Juan vio la determinación en su mirada, la madurez con la que le reclamaba y le volvió esa sensación de adolescente nervioso e inexperto que tenía con ella. No podía salir huyendo y su cuerpo no podía seguir aplazando lo inevitable. Comenzó a besarla con suavidad, rozándola apenas, dejando que sus labios se deslizaran por la cara mojada por la lluvia. Pero era como tener sed y tratar de saciarla humedeciendo los labios. Ahora que habían empezado no creía que hubiera fuerza humana que pudiera detenerlos.


ST9.-Dorando la píldora

El AVE llegó tan puntual como solía. Buscó el ostentoso coche que le habían adjudicado y repasó que todo estuviera en orden. Tenía la documentación y el arma pegados bajo el asiento del conductor y un bote de chicles lleno con las pastillas de muestra. Condujo hasta el restaurante en el que habían quedado y agradeció que tuviera aparcacoches, no le apetecía nada ponerse a dar vueltas buscando un hueco en el que dejar el Bentley.
Los otros tres ya estaban sentados a la mesa y vestían con tanta elegancia como él mismo. Se analizaron mutuamente, se midieron, mientras se saludaban y calibraban relojes y móviles, ese tipo de galones con que miden el estatus algunos hombres.
Cambiaba de piel y de ropa. Cambiaba la voz, el acento, la expresión y la forma de moverse, nunca pensó que sus años de arte dramático le servirían para esto. Podía cambiar sin ningún esfuerzo todo, menos su nombre, siempre era Juan, o John, o Jean. Mantener el nombre propio era echar un ancla para no dejar que las marejadas que azotaban su vida arrastraran su cordura. Y eso nunca le había causado problemas.
Ellos eligieron el vino por marca y por precio, al igual que el coche, el traje y el restaurante. El sonrió, pensó en Tina, y, por primera vez en su vida reclamó la carta de vinos. Llevarles la contraria, consultar con el sumiller y elegir un tinto como lo hubiera hecho ella, le dio, también por vez primera, una visión de los cambios que se iban a producir en su vida si la dejaba entrar.
Al terminar la comida, después de tratar de entregas, plazos y precios, Juan les ofreció su bote de chicles y les dejó para que alargaran a solas la sobremesa mientras comprobaban si las pastillas causaban el efecto buscado.


ST 10.-Distintos paisajes, distintos puntos de vista

Juan contaba con ello y se lo puso fácil. Desde que salió del restaurante y recogió el coche su instinto detectó a los que le seguían y, más que conducir, les condujo hasta su hotel con toda la tranquilidad que le permitía el tráfico de Madrid en un día de lluvia. Eso era exactamente lo que estaba buscando, ser el que marcara las pautas, dejar que le vigilaran y hacerles creer que podían tener controlados todos sus movimientos. Desde que siendo adolescente leyó "La carta" de Poe, aprendió que no hay mejor forma de ocultar algo que dejarlo a la vista de todos.

Tina estaba en la bodega y miraba la viña, que aún no había acabado de perder las hojas, mientras esperaba a que los demás terminaran de preparar los vinos para la cata. Seguía lloviendo y las labores en el campo estaban a la espera. Ahora, con los vinos ya hechos sobre la mesa, podían hablar de una calidad excelente en la cosecha.

Se llevó la primera copa a los labios mientras miraba abstraída las gotas que se deslizaban por el cristal, como una cortina. Y ese primer sorbo la arrastró hasta la intensidad del momento que había vivido con Juan, de ese primer beso con sabor a principio y a fin, a incertidumbre.
Un anticipo de lo que puede ser que al mismo tiempo dice no sé que va a ser esto.

Sin darse cuenta lo había expresado en voz alta y como la cata era para decidir sobre el futuro de unos vinos que aún tendrían que pasar tiempo en barrica, todos interpretaron que era a eso a lo que se estaba refiriendo.

Moviéndose en otro universo, muy lejos de ella, Juan estaba en la recepción del hotel sintiendo el contrapeso de su pistola a la mirada del tipo que le estaba observando mientras simulaba una conversación silenciosa a través del móvil.


ST11.- Ahora me ves, ahora no me ves.

Juan vio como el tipo de la eterna conversación con el móvil en la calle, pedía fuego a alguien que estaba a punto de entrar al hotel: lo estaba marcando. Este último, una vez dentro, se colocó a su lado en el mostrador de recepción mientras él firmaba y mantenía la típica conversación con la recepcionista sobre el tiempo y las claves wifi. Ya listo y dirigiéndose al ascensor, Juan se volvió apenas y dijo en voz alta:

Espero la visita de una amiga, le dice que suba a mi habitación cuando llegue, por favor.

Subió, se desembarazó del traje y se dio una larga ducha, sin pensar en nada, desconectando, preparándose para el cambio.
Apenas le había dado tiempo a ponerse los vaqueros y una camiseta cuando su contacto llamó a la puerta.
Laura entró tan llamativa como requería la ocasión, su cuerpo permitía la ropa que llevaba y su larga melena rubia lanzaba destellos cada vez que movía la cabeza. Juan continuó vistiéndose mientras intercambiaban información.

El tío que han dejado de guardia me ha oído preguntando alto y claro por tu habitación y, por la cara que ha puesto, espera que estés a punto de empezar a pasar un buen rato.
Puedes salir tranquilo, Juan, con esa pinta no te conocería ni yo, no tienes nada que ver con el estirado hombre de negocios con el que tratan; pero te sobra la gorra, mejor déjame que te despeine con un poco de arte dijo Laura ¡Perfecto! Ahora si pareces un turista de compras por Chueca

No voy a volver hasta por la mañana, pero tú vete dentro de un par de horas, pensarán que con eso ya he tenido bastante antes de caer rendido . Y recuerda que son peligrosos Laura, no quiero que corras riesgos.

Un huésped que salía ensimismado en su mapa de Madrid tropezó con una pareja que entraba arrastrando sus maletas a recepción, pidió disculpas en inglés al salir rebotado y chocar con la espalda de un tipo que hablaba por el móvil a la puerta, este comenzó a maldecir entredientes contra los gilipollas de los guiris, mientras Juan, aún sin acabar de estirarse para recobrar su estatura, se alejaba del hotel plegando el mapa y con la sonrisa en los labios.

Sin embargo la sonrisa y él se quedaron de piedra cuando, a los pocos metros vio a Tina sentada en una de las terrazas de la plaza.
Siguió caminando, pero su instinto le dijo que ella le había reconocido.