lunes, 8 de diciembre de 2014

El caso de las sonrisas tristes (ST12-ST15)


ST12.-Empecemos a iluminar las sombras.

Tina se quedó mirándole mientras se alejaba. Estaba segura de que era él. Y estaba segura de que él también la había visto. Raro, distinto, con otro color de pelo, como disfrazado... Pero era Juan.
Ni siquiera después del beso que le arrancó y puso a flor de piel lo que ambos sentían, llegó a saber de él más que su nombre. Cuando se despidieron, Tina pensó que podrían no volver a verse nunca y que ni siquiera sabía su número de teléfono.
Y ahora, que contra todo pronóstico, el destino les hacía cruzarse, le había dejado pasar sin llamarle y sin que él se detuviera

Fiarse de su instinto, no desdeñar las señales y la rapidez en la toma de decisiones, no sólo le habían mantenido vivo sino que le hacían ser uno de los mejores en su profesión. Obviamente había otras cosas, pero esas se conseguían a base de formación y esfuerzo y eran condición previa para pensar siquiera en dedicarse a su oficio. Así que una vez más, pero por motivos muy distintos, Juan se dejó guiar y entró en la primera tienda de móviles que vio, compró un prepago y salió a la calle dispuesto a enviar un mensaje a Tina. Era el momento de empezar a aclarar las cosas, estaba seguro, no podía seguir así y haberla visto sentada en una terraza cuando salía de hotel tras haber burlado a sus vigilantes era claramente una señal de que no podía seguir manteniendo a Tina al margen de su vida.
Y él sí sabía desde hacía tiempo su número de móvil... entre otras muchas cosas.




ST13.-Agarrando al destino por los cuernos

No es que a Juan le entusiasmara ese tipo de música y no había escrito un poema en su vida, pero esa canción parecía escrita para ellos. Y ese fue el mensaje que envío.

Tina vio iluminarse su móvil sobre la mesa y creyó que era uno tantos mensajitos con fotos, músicas o chistes, pero, lo miró de todos modos.
Un video de Baute. ¿Colgando en tus manos? ¡Quién demonios le mandaba eso! 
Seguido llegó otro, del mismo número desconocido con un texto escueto:

Está claro que manda el destino. Te espero a las 12 en el Glass Bar del Urban. J.
.


ST14.-Sin más dilación.

Como siempre Tina estaba ya esperando cuando él llegó. Había recuperado la apariencia que ella conocía, el pelo volvía a ser tan castaño como sus ojos y había vuelto a su forma de andar, de vestir y a su mirada abierta y franca.

Me reconociste dijo Juan, y no había ni dudas ni preguntas en su tono de voz.

Fue justo una fracción de segundo en la que te quedaste parado, mirándome, e hiciste ese gesto inquisitivo tan tuyo y al mismo tiempo sentí una punzada de dolor y miedo. Miedo de no volver a verte, dolor por miedo a haber sido engañada dijo Tina reforzando con su expresión sus palabras.

Nunca te he mentido replicó Juan

Nunca me has dicho nada le respondió Tina.

Voy a hacerlo ahora y después de oírme serás tú la que decidas si me aceptas en tu vida, con todo lo que eso implica, o nos despedimos aquí para siempre con tu promesa no volver a verme nunca, aunque me encuentres, aunque me veas.

Me estás asustando dijo Tina

De eso se trata. Tengo que asustarte para que te des cuenta de que esto no es un juego y no va a ser fácil. Voy a empezar contándote una historia, la de las sonrisas tristes, una historia que comienza con la muerte de una mujer joven, muy guapa, una muerte que yo no pude evitar y de la que me siento responsable.


ST15.-Las corrientes nos arrastraron hasta aquí

Hace meses que apareciste en mi vida, Tina. Jules y tú descubristeis el tráfico de diamantes que se llevaba a cabo utilizando las barricas y aprovechando el movimiento continúo de camiones que hay entre Francia, España y Portugal. Vuestra denuncia fue anónima, es verdad, pero en la investigación salieron a flote vuestros nombres y se puso de manifiesto la importancia estratégica de tu zona.
Tengo un informe completo sobre ti, un informe que se hizo aún mas exhaustivo cuando decidieron montar una base de operaciones en Zamora, un piso franco frente a tu piso. Y eso sí que fue coincidencia, no se buscaba ni que fuéramos vecinos, ni que yo entrara en contacto contigo, pero la ubicación, el tamaño y las características del edificio hicieron que fuera el mas adecuado.
Antes de que me instalara enviaron a preparar el terreno a una persona de mi equipo, la que tu conociste como mi madre y que no lo es. Ella fue la primera en hablarme de ti, entusiasmada y al mismo tiempo dolida por tener que engañarte.
Estaban sentados frente a frente, separados por la mesa y por unos meses de los que aún le quedaba a Juan mucho que contar. La cara de Tina no decía nada, estaba rígida, atenta, sin reaccionar. Juan se quedó en silencio y mirándola entre anhelante y preocupado.

Di algo, por favor.

No antes de saberlo todo. Me habías dicho que todo empezó con la muerte de una mujer. Continúa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario