domingo, 7 de diciembre de 2014

El caso de las sonrisas tristes (ST16--ST19)

ST 16.-Sólo para tus ojos

Y continuó. Fue poniendo una tras otra todas sus cartas sobre la mesa, mientras Tina escuchaba sin pestañear.
Juan se había visto sometido a muchos interrogatorios en su vida, había pasado por el tercer grado de los suyos y de los otros, se le había entrenado para ello; pero no estaba preparado para desnudar su alma, para ir contando los hechos ante unos ojos que sólo esperaban en silencio lo que él quisiera darles y por los que estaba viendo pasar reflejadas las escenas que él iba desplegando, viéndolas y reviviéndolas en ella, con el asombro, el horror y el miedo que no le había dado tiempo a sentir en su momento.
Tampoco estaba preparado para no ver el mas mínimo atisbo de duda ante un relato cuajado de situaciones límite en las que él había tenido que intervenir: ella le creía.
Inconscientemente, mientras hablaba, había subido sus mangas, como el mago que quiere mostrar que no hay nada escondido, que todo está a la vista y que ya no hay más trampas. Y cuando al terminar de hablar Tina le pasó la mano por el pelo, para dejarla luego sobre su antebrazo desnudo, supo que ella lo aceptaba.




ST 17.-Pero la realidad siempre supera a la ficción


La viña en esta época del año aparecía despeinada, apenas queda ya ninguna hoja y los vientos de otoño agitan las varas que están esperando la poda. Es un paisaje desaliñado, un poco resacoso, como recién levantado después de una larga noche de fiesta. Tina estaba caminando entre las cepas y sentía que, si se pudiera ver, su estado de ánimo tendría el mismo aspecto que ellas.

Juan, finalmente, había optado por sincerarse. Según él habían sido demasiadas las coincidencias para no tomarlas en serio, el destino le empujaba a ponerse en sus manos. Sí, como la canción. Sin embargo aquí la letra era más larga y más compleja.

Durante el par de horas que  le había estado escuchando contar con tanta sencillez historias que parecían entremezclar capítulos de las series de AXN o Calle 13. se había sumido en un estado de estupor que la había dejado anestesiada para reaccionar. Y, a pesar de que los medios, la ambientación y los delitos de los que hablaba eran tan modernos, ella se veía como formando parte de una película de cine negro en blanco y negro.

Infiltrado. Un infiltrado muy bueno, uno de los mejores, según él. Y, por lo que a ella atañía, podía dar fe, le sentía presente en todas sus fibras. Y eso es lo que asustaba tanto. Tina no tenía miedo a verse involucrada por el trabajo de Juan ni por sus riesgos, vivir siempre es un riesgo, lo que tenía era miedo a verse involucrada en su vida.


ST18. Cegadas por el brillo de las luces.


Ellas seguían creyendo en los cuentos de hadas y cualquiera puede hacerse pasar por príncipe azul y conquistarlas con coronas de cartón y purpurina. Caen atrapadas, atraídas por el brillo de un hombre guapo y rico, un hombre de película al que creen haber embrujado, que llena de regalos y ropa bonita, las mima e introduce en un mundo al que se han acostumbrado viendo culebrones y leyendo novelas. Son guapas, muy jóvenes y con estilo. Beatrices arrancadas de la clase media que son conducidas en un viaje rápido por el paraíso para dejarlas caer inmediatamente en un infierno en el que no falta ninguna de las opciones de un menú que Dante no llegó a conocer ni de lejos.

Eran la especialidad de la banda, el bocado con el que premiaban a sus clientes especiales.

Juan llevaba ya más de un año tras ellos y estaba a punto de desmantelar todo el entramado. La última comida con la cúpula había sido crucial para conseguir la información que le faltaba y se iba a dejar la piel para conseguirlo. Se lo debía a esa chica que, no pudiendo soportarlo más, había preparado un último viaje burbujeante con Cristal y cristal, dejándose ir, más bella que nunca, sonriendo a la única salida digna que creía que le quedaba.

Tenía continuamente clavada esa sonrisa triste, como bandera de todas las chicas que él había visto explotadas por el Inglés y para otros como el Inglés.
Y tenía iluminándole la mirada franca de Tina, a la que se había prometido no volver hasta terminar con este caso.


ST19.- Punto y aparte.

Todo salió según lo previsto.
Al Inglés le gustaba utilizar los diamantes como medio de pago y así unir un tráfico con otro, no perder ocasión de llevar a cabo un negocio. Era una transacción importante, no sólo por el volumen sino porque suponía la apertura de un nuevo mercado y al mismo tiempo el hallazgo de un nuevo proveedor que, al contrario de la gente con la que venía trabajando, no apestaba a vulgaridad y delincuencia.
Un tipo elegante este Juan. Misterioso, callado, discreto..., sin mas preguntas ni mas respuestas que las estrictamente necesarias. Sin tratar de intimar. Business is business puro y duro.

Juan no quería que atraparan al Inglés en la redada. Tenía organizado todo segundo a segundo y preparada minuciosamente la huida en la que le llevaría consigo. A él le quería fuera y quería además que le debiera una, seguir ganando su confianza para ir conociendo al resto de contactos laterales y superiores. El Inglés no era mas que la imagen, Juan estaba seguro de que el cerebro lo tenía otro.
Y sí, todo salió según lo previsto, así que podía desaparecer por unos días, no la temporada que había dicho el Inglés que convenía que se quitaran del medio y no tuvieran contacto, pero sí por unos días.
Con o sin niebla, Juan tenía por delante un luminoso y largo fin de semana.

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